martes, 27 de abril de 2010

¡Qué vivan los matutinos!

¡Buenos días!

Parecen resucitar estos matutinos tras muchos días de ausencia. En realidad, compromisos laborales allende el Arlanzón me ausentaron de mi agradable cita casi diaria con ellos ... y se me inhibieron de tal modo que quedaron en una especie de letargo, del que espero rescatarles a base de cariño. Por lo demás, a mi vuelta por la ribera, amén de a mis hermosas y bien amadas hadas y ninfas, en exuberante floración, me he encontrado unos impropios días de verano en esta primavera aún temprana, con serena placidez, sol a raudales y temperaturas casi sofocantes que rondan los 25ºC. Habrá que irse adaptando de cara al verano por llegar.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Que se mueran los feos", de Nacho G. Velilla, y con Javier Cámara y Carmen Machi, entre muchos otros. Una comedia coral que nos cuenta la historia de amor de dos "freakies", él, un feo, cojo y acomplejado ganadero, que no encuentra el amor a pesar de sus torpes intentos y sufre por ello, humillado (y también animado) por sus paisanos, cada uno con sus cuitas, lo que le roba buena parte del poco amor propio que le pueda quedar ... y que a lo tonto acaba enamorado de su cuñada, tan sufrida como él.

Una comedia de humor amargo, negro a veces, de ese que te congela la risa en cuanto te pones a pensar en ello. Aún así, en otros momentos, no demasiados, sí que te ríes. Con cierta ironía se critica la tiranía que ejerce nuestro entorno elevando a los altares a la belleza estética exterior, a ese cotilleo pueblerino, a veces cruel, a veces bien intencionado, que casi siempre le pone muy cuesta arriba a los diferentes el tratar de llegar a ser felices, con esa socarrona crueldad de los motes y gracietas que sufren "los feos". Una buena película, con sus altibajos, que te da algo que pensar, con cierto poso, sobre el amor propio, el quererse a uno mismo para poder querer a otros, y sobre ese deseo universal de todos de amar y ser amados, luchando por ese deseo.

Ahora, algo de vital sabiduría ajena que nos ayude a encarar con bien eventuales reveses vitales:

- "El más dichoso del mundo es aquél de quien el mundo habla lo menos posible, sea bueno o malo". (Thomas Jefferson).

- "El amor nunca aspira a ser agradecido ni compadecido, sino correspondido con amor". (Antonio Gala).

- "La belleza encanta la vista, pero el mérito gana el alma". (Alexander Pope).

- "Si un rostro hermoso es una carta de recomendación, un buen corazón es una letra de crédito". (George Bulwer Lytton).

Besos y abrazos,

Don.

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