martes, 14 de abril de 2015

Tranquilos matutinos no sólo en el fondo

¡Buenos días!

Sino que también por su superficie, que ni se riza ante los más borrascosos avatares vitales que pudieran acaecerme, remanso de paz en el que nado, y buceo, cada vez que toca, sin afectarme gran cosa mis extrínsecos alrededores. Sigue la revoltosa y voluble primavera regalándonos unos bastante serenos días de sol, y nubes, y algunas arrebatadas rachas de viento, que enciende y arrebola nuestra ardorosa pasión por la vida. Máxima prevista para hoy de 25ºC. Y grises lluvias para mañana.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Aguas tranquilas" ("Futatsume no mado"), de Naomi Kawase, y con Nijiro Murakami, y Jun Yoshinaga. De esta directora japonesa ya había visto uno de sus anteriores films, "El bosque del luto" ("Mogari no mori", 2007).

Es agosto, en una pequeña isla subtropical del archipiélago japonés, cuyos habitantes viven en armonía con la naturaleza y sus ciclos, un adolescente descubre una noche, durante las celebraciones de la luna llena de agosto y tras el paso de un tifón, un cadáver flotando en el mar. Su amiga estará a su lado para ayudarle a entender los misterios de la muerte, de la vida, del amor. Él no asume la ausencia de su padre, sus padres están separados. Los de ella están felizmente casados pero su madre se está muriendo.

Una buena película (nota: 6) con la que sin embargo no acabé de conectar del todo, a pesar de sus bellas imágenes y calmadas reflexiones, sutiles y casi poéticas, sobre la muerte y la vida (y sus naturales ciclos), sobre el tránsito intergeneracional, y sobre el amor, a través del que manifiestan sus dos jóvenes protagonistas entre sí; todo con el trasfondo de una naturaleza en todo su apogeo, a ratos serena, a veces muy borrascosa, como la misma superficie del mar que baña la aldea. Mar que, sin embargo, en sus profundidades, es calmado, da igual lo que suceda por arriba. Y con punteados toques de documental sobre los rituales cotidianos de los habitantes de la isla, en especial los de la muerte.

A través de las taciturnas tribulaciones del joven protagonista, turbado, atormentado, desorientado, con las que casi nada empaticé, y las de su amada amiga, ambos de aprendizaje emocional en su paso a la madurez, nos postula lo bueno de serenar nuestras mentes, de aceptar natural y calmadamente lo que tenga que venir, sea lo que sea, un temporal, una ausencia, una muerte, de aprender a aceptar esto para seguir adelante y poder apreciar lo hermoso de este mundo. Que las turbulencias son superficiales, que lo profundo es tranquilo.

Ahora algo de sabiduría ajena que seguro nos ayuda a templar ánimos ante lo que esté por venir:

 - "Del agua mansa nos libre Dios, que de la brava me libro yo".  (Refrán).

 - "Un hombre no trata de verse en el agua que corre, sino en el agua tranquila, porque solamente lo que en sí es tranquilo puede dar tranquilidad a otros".  (Confucio).

 - "Allí donde el agua alcanza su mayor profundidad, se mantiene más en calma".  (William Shakespeare).

 - "Soporta lo que la suerte te depara; el que resiste acaba por ser premiado, porque la suerte sabe premiar con largueza, así como compensar con magnificencia el espíritu tranquilo".  (Johann G. Herder).

 - "El hombre es como la espuma del mar, que flota sobre la superficie del agua y cuando sopla viento se desvanece como si no hubiera existido. Así arrebata la muerte nuestras vidas".  (Khalil Gibran).

 - "La muerte sólo tiene importancia en la medida en que nos hace pensar en la vida".  (André Malraux).

Besos y abrazos,

Don.
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