viernes, 4 de diciembre de 2015

Yo quiero los matutinos

¡Buenos días!

Como siempre, desde mi oscura noche craneal, iluminados por los chispazos sinápticos de mis neuronas, alumbro cada mañana estos matutinos, los doy a la luz de vuestras entendederas para que vivan a su libre albedrío por donde sea menester. Y luz, mucha luz hay en este radiantemente soleado día de otoño a la vera del Mediterráneo, con máxima prevista para hoy de 16ºC. Y se la quiere, dado lo escasa, por la cercanía del solsticio de invierno, el próximo 22 de diciembre, la más larga noche del año.

Ayer estuve en el cine viendo "Nadie quiere la noche" ("Nobody wants the night"), de Isabel Coixet, y con Juliette Binoche, Rinko Kikuchi, y Gabriel Byrne. De esta directora he visto todos sus largometrajes salvo dos, "Demasiado viejo para morir joven" (1989), y "Mi otro yo" ("Another me", 2013), es decir:
 - "Cosas que nunca te dije" ("Things I never told you", 1996)
 - "A los que aman" (1998)
 - "Mi vida sin mí" ("My life without me", 2003)
 - "La vida secreta de las palabras" ("The secret life of words", 2005)
 - "Elegy" (2008)
 - "Mapa de los sonidos de Tokio" ("Map of the sounds of Tokio", 2009)
 - "Ayer no termina nunca" (2013)
 - y "Aprendiendo a conducir" ("Learning to drive", 2014)
A destacar muy especialmente dos exquisiteces que me encandilaron y que os recomiendo encarecidamente: "A los que aman" y "Mi vida sin mí".

Año 1908. Una mujer de la alta sociedad estadounidense, inflexible, tozuda y que no atiende a razones, está empeñada en reunirse con su marido, el explorador ártico Robert Peary, al que no ve desde hace más de un año, para celebrar con él su muy probable conquista del Polo Norte, lo más cerca posible de allí. Atrapada en la fría noche polar invernal que dura seis meses, conocerá a la amante esquimal de su marido, junto a la que tendrá que sobrevivir, de mala gana, contra la extrema crudeza natural de esos lares, ellas dos solas, mientras esperan a su amado (vana ilusión), sin ayuda de nadie.

Una película que ni fu ni fa, me dejó frío (nota: 4) este drama interior, viaje a los adentros de esta mujer (algo repelente), a su desolación tras su obsesión, tan obcecada por su marido como ambos por una utopía, que el Polo Norte no es más que un lugar inexistente, una conceptual convención, un infinitesimal punto en el infinito, nada, como ciertos convencionalismos sociales, nimiedades culturales barridas por la fuerza de la naturaleza.

Ahora algo de sabiduría ajena, que ilumine ciertas umbrías de nuestras entendederas:

 - "El pensamiento no es más que un relámpago entre dos noches, pero este relámpago es todo".  (Henri Poincaré).

 - "Cuando estés de noche en tu alcoba, aun cuando tengas las puertas y las ventanas cerradas y apagada la luz, no digas que estás solo: nunca se está solo".  (Epicteto).

 - "Muy pronto me di cuenta de que un viaje nunca nos lleva lejos a menos que se extienda dentro del mundo que nos rodea y vaya a la misma distancia dentro de nuestro mundo interior".  (Lillian Smith).

 - "En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche viene una aurora sonriente".  (Khalil Gibran).

Besos y abrazos,

Don.
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