miércoles, 18 de enero de 2017

Matutino requeteanimado

¡Buenos días!

Otra mañana más en la que vuelvo requetecontento a mis vitales matutinos, refugiándome de la eventual crudeza exterior, tratando de disfrutar todo lo posible en los ratos que paso por aquí, sin importar lo demás, que más allá nadie sabe qué ocurrirá... lo más seguro es que apenas nada. El invierno sigue revitalizándose más a cada día que pasa, saliendo de su letargo, enseñándonos su más ruda faz, con gélidas madrugadas, viento helador, y un sol que parece puesto de adorno, sin calentar lo más mínimo, casi aletargándonos a todos, cual osos en hibernación a la espera de mejores momentos para rebrotar de nuevo, como la sabia naturaleza nos enseña.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Proyecto Lázaro" ("Project Lazarus"), de Mateo Gil, y con Tom Hughes, Charlotte Le Bon, Oona Chaplin, y Barry Ward. Es el tercer largo como director, y segundo que veo tras "Blackthorn (Sin destino)" (2011), de este también guionista, muy bueno en sus dos facetas, de quien sí he visto todos los que ha escrito sin además ser el director, la mayoría dirigidos por Alejandro Amenábar. Solo me falta por ver su primer film como director, "Nadie conoce a nadie" (1999).

A un exitoso joven le diagnostican un fulminante cáncer terminal y le pronostican que en menos de un año fallecerá. Dado que no acaba de aceptar su inminente y fatal destino, decide criogenizar su cuerpo poco antes de morir. Sesenta años después, en 2084, gracias a los galopantes avances médicos, se convierte en el primer hombre resucitado de la historia.

Una muy buena película en general (nota: 7), con sus más y sus menos, este drama de ciencia ficción, con cierto deje entre filosófico y metafísico, con toques de terror existencial, sobre todo en su muy inquietante escena final, como de pesadilla orwelliana situada temporalmente justo una centuria después de 1984. Induce muchas reflexiones, casi siempre la mar de incómodas, que producen mucha desazón y vértigo ante el abismo de lo desconocido, de la nada absoluta del más allá, lo que ha provocado que la mayoría de la humanidad mitifique, y mistifique, para soslayarlo, entendámonos, las religiones y sus sucedáneos y su vana promesa de un paradisíaco mundo de ánimas, causa o efecto, no sé, pero da igual, de nuestro estúpido anhelo por perdurar allende nuestra muerte (en cuerpo o alma, según los casos), inútiles coletazos de lagartija o espasmos de gallina decapitada.

Nos habla de vida, muerte y desasosegante resurrección, que las dos primeras no pueden estar la una sin la otra y se dan sentido mutuo. También de encarar la muerte y asumirla, y de refilón de la vejez. Y del amor, cuya ausencia nos vacía, y que es lo mejor y que más sentido da a nuestras vidas, de vivir su momento y disfrutarlo, que nuestros deseos de un futuro mejor no siempre son tan lustrosos si es que llegan a cumplirse, tal y como destilaba la cita con la que remataba el matutino de ayer y con la que comienzo la sección de sabiduría ajena del de hoy:

 - "Cuando nuestros sueños se han cumplido es cuando comprendemos la riqueza de nuestra imaginación y la pobreza de la realidad".  (Ninon de Lenclos).

 - "El futuro es ese periodo de tiempo en el que prosperan nuestros negocios, nuestros amigos son verdaderos y nuestra felicidad segura".  (Ambrose Bierce).

 - "En todo aquello que vale la pena de tener, incluso en el placer, hay un punto de dolor o de tedio que ha de ser sobrevivido para que el placer pueda revivir y resistir".  (Gilbert K. Chesterton).

 - "Nada hay más admirable y heroico, que sacar valor del seno mismo de las desgracias, y revivir con cada golpe que debiera darnos muerte".  (Louis-Antoine Caraccioli).

Besos y abrazos,

Don.
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