lunes, 9 de abril de 2012

Mis matutinos y yo

¡Buenos días!

No siempre estos matutinos hacen lo que a mí me placería, pero les quiero de igual modo, como un padre a sus hijos, y juego con ellos a la primera oportunidad que tengo, dejando entrar en mi equipo a toda hada y ninfa que le plazca placar y ser placada, a modo de montaraces abrazos de camaradería. Por lo demás, la primavera sigue jugueteando con nosotros, regateándonos con sus oscilantes devaneos meteorológicos, ora lloviendo, ora haciendo sol, pero siempre con el objetivo claro de ensayar con nosotros con arrolladora pasión, sin importarle los obstáculos que la pudieran entorpecer, pasando por encima de ellos.

Uno de estos pasados días de pasión, primaveral y pascual, estuve en el cine viendo "Mi hijo y yo" ("Le fils à Jo"), de Phillipe Guillard, primerizo director y ex-jugador de rugby, y con Gérard Lanvin, Olivier Marchal, Vincent Moscato, Jérémie Duvall, y Karina Lombard. Hace un par de años vi otro film relacionado con este deporte que me encanta (un deporte de bestias jugado por caballeros, por contraposición al fútbol, un deporte de caballeros jugado por bestias), se trató de "Invictus" (2009), de Clint Eastwood.

Jo, un viudo rudo, hosco y torpe, antigua leyenda del rugby, e hijo y nieto de otras leyendas de ese deporte, vive humildemente en un pueblecito del interior de Francia y cría solo a su hijo de 13 años, a quien no comprende y con quien se desespera pues no manifiesta interés alguno por el rugby y es bastante negado cuando le obliga a jugar, con lo que ningún equipo le selecciona. Para tratar de evitar su desalojo del antiguo campo familiar y para que juegue su hijo, decide montar un equipo para él, con la ayuda de algunos amigotes, contra la voluntad de todo el pueblo y la de su propio hijo.

Una buena película, divertida y agradable de ver, con sus más y sus menos, con buenos momentos de emotividad en esta relación paterno-filial, pero que bastante a menudo se pasaban de caramelo; aunque, de todas formas, nada que alterase gravemente mi diabetes cinéfila. Historia de un padre cabezón obsesionado con que el hijo siga sus pasos, y de como el hijo, también con algo de tozudez, terminará por obligar a que su padre se cuestione algunos de sus valores. También una historia de superación personal, y de la camaradería intrínseca al rugby, donde la parte más importante de cualquier partido siempre se dirime en el tercer tiempo, cuando los jugadores de ambos equipos se reunen ante unas buenas cervezas y una buena charla.

Ahora, algo de sabiduría ajena que nos entrene ante los placajes de la vida:

 - "Un país habrá llegado al máximo de su civismo cuando en él se puedan celebrar los partidos de fútbol sin árbitros".  (José Luis Coll).

 - "Toda la obra de la educación no es más que una superación ética de los instintos".  (Gregorio Marañón).

 - "Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás, es la única manera".  (Albert Einstein).

 - "Todo el mundo trata de realizar algo grande, sin darse cuenta de que la vida se compone de cosas pequeñas".  (Frank Clark).

 - "Querer, es tener el valor de exponerse a un inconveniente; exponerse así es tentar al acaso y es jugar".  (Stendhal).

 - "Nadie acierta antes de errar
y aunque la fama se juega,
el que por gusto navega
no debe temerle al mar".  (José Hernández).

 - "Convierte tu muro en un peldaño".  (Rainer María Rilke).

Besos y abrazos,

Don.
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