lunes, 2 de enero de 2017

Matutino franco

¡Buenos días!... Quería decir... ¡bonjour, guten morguen!

No os miento si os digo que estos matutinos son una mentira, una ficción, para hacernos sentir algo mejor anímicamente, y al menos conmigo lo consiguen, ante los eventuales avatares, más o menos trágicos, que la vida nos pueda deparar, y que también pueden ayudarnos a reconciliarnos con y enamorarnos de todo lo que nos rodea, porque todo es digno de tal cosa. La mañana invernal se nos ha despertado algo menos fría que durante estos días de festejo de fin de año, y tenemos prevista una máxima por los madriles de 7ºC, con una mínima esta madrugada levemente por debajo del punto de congelación. Un día de invierno que no esconde sus intenciones, por buenas que sean, y se nos presenta tal cual.

Este fin de semana estuve en el cine viendo "Frantz", de François Ozon, y con Paula Beer (guapísima y excelente actriz), Pierre Niney, Ernst Stötzner, Marie Gruber, Johann von Bülow, Anton von Lucke, Cyrielle Clair, y Alice de Lencquesaing. Está basada libremente en una obra de teatro de Maurice Rostand, "El hombre al que maté ("L'homme que j'ai tué", 1925), y que también inspiró el film de Ernst Lubitsch "Remordimiento" ("Broken lullaby", 1931).

De este director había visto seis de sus anteriores largos, todos excelentes, salvo el más reciente, que no me llegó, casi uno por año desde que debutó en 1997, a saber, "Una nueva amiga" ("Une nouvelle amie", 2014), "Joven y bonita" ("Jeune & jolie", 2013), la magistral "En la casa" ("Dans la maison", 2012), "Potiche, mujeres al poder" ("Potiche", 2010), "Swimming Pool (La piscina)" ("Swimming pool", 2003), y "8 mujeres" ("8 femmes", 2001).

En una pequeña ciudad alemana, al poco de acabar la I Guerra Mundial, una bella joven va todos los días a la tumba de su prometido, Frantz, muerto en Francia, en las trincheras de la guerra. Un día, observa a un misterioso joven que también deja flores en la tumba, profundamente emocionado. Es un francés cuya estancia allí provocará encontradas reacciones en un lugar marcado a fuego por la humillante derrota y la muerte de la mayoría de sus hijos en el frente.

Una espléndida película (nota: 8), que os recomiendo, este drama romántico pleno de sutileza, sensibilidad y profundidad, que fluye con pausada elegancia, cierto suspense e inesperados giros, varios, nada bruscos, con personajes que ocultan sus verdaderas intenciones por uno u otro motivo, lo que lleva a algunos malentendidos, y en donde casi nada es lo que pudiera parecer. Historia, que rezuma antibelicismo, de dos almas profundamente doloridas, perdidas por la pérdida, pero de un modo distinto en cada caso, el uno en busca de perdón que cure sus remordimientos, y la otra de un aliciente que la saque de su tristeza casi platónica. Con una factura formal deslumbrante, este inteligentísimo guión, como siempre en este realizador y guionista, ya un maestro diría yo, nos habla sobre todo de la mentira, especialmente como bálsamo que nos aplican, o nos aplicamos nosotros mismos, para curar nuestras penas, pero también de la culpa, y del enamoramiento y sus sinsabores.

Pues antes de despedirme a la francesa, toca algo de sabiduría ajena, de la que espero francamente aprender algo:

 - "Los pleitos no durarían tanto si la culpa no estuviese más que en una de las partes".  (François de la Rochefoucauld).

 - "El carácter de una persona lo determinan los problemas que no puede eludir y el remordimiento que le provocan los que ha eludido".  (Arthur Miller).

 - "Enamorarse no es lo difícil, pero sí acertar a expresar ese estado".  (Alfred de Musset).

 - "La franqueza tiene sus límites, allende los cuales pasa a ser necedad".  (Jaime Balmes).

Besos y abrazos,

Don.
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